Yo me había ilusionado con ese corazón tuyo, un corazón muy sensible y con muchas ganas de ser amado y respetado. Eres de esas personas que se desviven por dar lo que no tiene al que lo necesita. Intenté con eso «tapar el sol con un dedo», pero a veces el sol no solo calienta, también arde. Ya lo sabía, pero tenía que aceptarlo, aceptar que también tienes un corazón lleno de coraje y dolor. Un corazón que ha sufrido mucho y que no ha perdonado nada. Y ahí entendí que esas lágrimas que soltabas cuando te dejaba solo en casa no eran por mí, eran por ti, porque te llenabas de dolores pasados en tu soledad. Y por más que yo me quedaba días a tu lado tratando de «hacerte feliz» y viendo cómo sanabas, gracias a mí según tu madre, tampoco era por ti, era por la benevolencia mía.
Nuestra relación se trataba de cuán complacido yo te hacía sentir y de qué tan bien calificados estaban mis abrazos según tu necesidad. Todo giraba en torno a ti, aunque siempre intentabas hacerme ver que lo importante ahí era yo. No puedo decir que estoy contigo por pena, porque pena me daría a mí si hiciera algo así, me apegué a ti y tu corazón tan roto me causaba ternura. Ya sabes que corría a recoger cada pedazo, mientras dejaba pedazos míos por ahí. Quizá no te lo hice ver, pero lo hubiera hecho por cualquiera, aunque solo lo hice por ti.
Y ahí, en tu cuarto, entre risas fingidas, con charlas sobre tu vida, dinero, fantasías y muchos planes juntos, que muy dentro mío sabían que no ocurrirían nunca porque ya no nos tenía fe, quería abrir mi boca y decírtelo. Siempre se encuentra la manera, ya sea en una carta y sin dar la cara, quizá la forma más cobarde pero al mismo tiempo heroica.
Perdóname, pero no te amo, no te amo como una novia debería amar a su novio, te amo como un día me enseñaron a amar, sin condiciones, sin esperar nada a cambio. Ese amor mío no significa arreglar los problemas bajo las sábanas callando todo con gemidos, no significa complicidad solo para cubrir expectativas y todo lo que me has pedido hasta ahora. Ese amor que conozco, que mi madre me enseñó y sé que me lo merezco. Ese amor que llega y te hace sentir como un niño de diez años enamorado, pero yo no lo encuentro porque busco en lugares equivocados. Y sí, date cuenta, tú eres mi lugar equivocado. Una persona no puede estar con otra porque cubre sus necesidades y ver cómo no te importaba que mi felicidad esté por debajo de la tuya era insano.
El tiempo que pasamos juntos nunca fue perdido para mí, aprendí, y sé que tú también. Te deseo que sanes porque te lo mereces, porque ya cargaste mucho tiempo todo eso solo. Te deseo mucho amor en tu vida, te deseo que aprendas a soltar y perdonar, te deseo que seas feliz y que en esa agonía de la perfección deseo que alguna mujer te ame de verdad, no porque tú lo necesites sino porque te mereces ese amor, al fin y al cabo como todos nosotros. Te deseo paz, armonía y estabilidad. Te deseo lo mejor del mundo.
Por favor, despídeme de tu madre. Te dejo.